febrero 01, 2013

La pareja que sabe esperar; sin paciencia el amor no sabe

Con tantas opciones aveces confundimos lo que realmente importa de una relación... el amor.

Muchos dirán que amar está sobre valuado, que no existe el amor incondicional, que ser amado es para pocos, que el amor se acaba... seguro han de tener razones y experiencias para afirmarlo, pero cuando uno conoce lo contrario, hay que propagarlo. Debo decirlo: "Sin paciencia el amor no sabe"

Tal vez me aventuro a hacer esta máxima, pero es que después de lo que he vivido y de lo que han vivido otros, no me imagino que el amor tenga prisa, tenga desesperación o tenga ganas de co... mer, sí, comer o coger nada más. En otra ocasión contaré mi propia experiencia, dejen llego a vivir más, pero lo que me lleva a pensar así este día es mera adoración ajena.

Mi mamá conoce a una pareja de vecinos que hoy invitó a desayunar a la casa (tamales por cierto). Llevan 45 años de casados y duraron 18 años de novios; ni quiero indagar en sus respectivas edades, evidentemente las cuentas dicen mucho y de vista ambos son adorables, pero lo que llama la atención es que se tratan con una paciencia... con un amor y un humor envidiables.

El Sr. tiene dificultades para escuchar así que mejor lee los labios, ya se imaginaran la paciencia que hay que tenerle para hablarle. La Sra. es una dulzura hablando y ambos se sonríen con complicidad al contar su vida... con un gusto que de verdad, te contagian.

Entre las pocas experiencias que hoy les conocí, hubo una que me dijo todo acerca de su sabiduría; de su amor y su paciencia:

Resulta que en su época D.C. (Después de Casados, chistorete original del Sr.) esperaron 2 años para encargar bebé; por motivos desconocidos la esperanza y felicidad de 9 meses se terminó al morir una nena en su primer día de nacida. Imaginen que el dolor sigue tan vigente para la Sra. porque al platicarlo sus ojos se llenan de ese húmedo brillo al que todos tememos y el Sr. en su mirada parece sostenerla en su hombro... irónicamente los dos tenían en el plato un tamal de dulce.

Dice ella, quien por cierto es pediatra, era tal su dolor que comenzó a pensar en la adopción; cuando lo platicaron, en pareja como debe de ser, ella le dió como argumento que quería "hacer una obra de caridad". Cabe aclarar que son católicos, conocen a mi mamá de asistir a las misas matutinas y pues aunque no soy católica creo en Dios y procuro respetar las creencias de los demás, las que no hacen daño.

Él, quien por cierto es contador, le afirmó que si quería hacer una buena obra, adoptaran al niño o niña de más grave enfermedad y ella saliera de trabajar para tenerlo 100% a su cuidado; si así lo quería le apoyaría, pero que se diera cuenta la diferencia entre hacer el bien y llenar un vacío. A los cinco años llegó un bebé, y después otros dos más... cuando el vacío estaba más que entendido y sanado, más nunca será olvidado.

En su época A.C. (Antes de Casarse, insisto, es chistorete del Sr.) tuvo la paciencia de esperar al igual que ella a que sus situaciones les permitieran hacer boda, ya que trabajaban y estudiaban además de ayudar a sus respectivas familias como dicen "a salir adelante"; ambos se dejaban y recibían recados en pequeños buzones improvisados como en los marcos de madera para carteles del Cine Arcadia o alguna banca cerca de La Alameda cuando no podían verse y en muchas ocasiones se esperaban para acompañarse a dormitar.

De recién casados comenzaron a compartir una cama rentada, no tenían vasos siquiera, comían tacos de pastor a cualquier hora... y hoy tienen dos casas, donde viven y la de descanso, son abuelos, en fin, compartieron en la mesa de mi casa tamales, la mitad de los cuatro sabores que había para cada uno, y el sabor de su amor.

Aveces necesitamos pruebas para creer, aveces necesitamos vivir para entender y otras más nos basta con sentir lo que la sabiduría debe propagar. Para mi hoy quedó más de un hecho: Las personas chingonas te enseñan a creer, las demás te dicen que pensar.